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  • Foto del escritorKinky Vibe

“EXPLORANDO Y DES/CONSTRUYENDO LAS BASES DE LA EXCITACIÓN Y EL DESEO SEXUAL”



Muy comúnmente escuchamos frases como “me mojé” u “se me paró”. Nuestra concepción cultural del deseo da por sentado que sabemos cómo se siente la otra persona por cómo su cuerpo reacciona mientras tenemos sexo. La cuestión es que esto no necesariamente siempre es así. El deseo sexual y la respuesta física a ese deseo no son la misma cosa. La excitación física es la respuesta de nuestro genitales a un estímulo externo (ya sea ver porno, o que alguien nos toque). El deseo subjetivo es nuestro análisis de ese deseo como algo que nos es placentero y nos excita. “Excitación No-Concordante”, información para (re)pensar el deseo La mayor parte de la gente del planeta experimenta un desfase entre su deseo y su excitación genital. ¿Qué significa eso? Que podemos excitarnos físicamente aunque no queramos tener sexo (o nos interese o nos atraiga lo que estamos viendo), y que podemos querer tener sexo pero no estar excitadxs físicamente. Por lo general las mujeres cis experimentan concordancia sólo el 10% de las veces, mientras que los hombres cis sólo el 50% de las veces. ¿Cómo sabemos esto? Bueno, se viene estudiando hace muchísimos años. Una de las formas es haciendo que personas vean porno, mientras se miden sus respuestas fisiológicas, para luego hacerles preguntas sobre si les había gustado o no lo que habían visto. Este tipo de estudio reveló un montón de cosas. Uno, que el índice de solapamiento entre el deseo y la excitación es bajo, por lo general. Lo cual tiene bastante sentido. Dos, que las vaginas reaccionan a casi cualquier cosa. Por ejemplo, a bonobos (una clase de monos) apareándose. ¿Significa eso que mucha gente quiere tener sexo con monos? La realidad es que no. Algo muy interesante pasa con este tema, algo muy… patriarcal. Digamos que cuando las primeras investigaciones al respecto vieron la luz, uno de los principales títulos eran “Estudio de último momento prueba que las mujeres en realidad son todas bisexuales”. No es broma. Una de las cosas que se dijo en estos estudios es que la mayor parte de las *mujeres* se mojaban ante ver porno lésbico. ¿Saben cuál es el error de asumir que eso es verdad? Que ninguna de las mujeres (cis) de ese estudio dijo sentirse atraída al porno lésbico. Es más, ni siquiera sabían que sus vaginas estaban reaccionando así. Es tentador pensar que la excitación es evidencia de nuestra/identidad/orientación/placer/etc. Pero la realidad es que lo que va a terminar definiendo lo que nos gusta es nuestra EXPERIENCIA. Es nuestro DESEO. Es si nos gusta algo, no si nuestros cuerpos creen que es relevante excitarse. Esto es lo que importa: nuestros genitales no saben lo que queremos, o lo que nos gusta. Sólo saben lo que es “sexualmente relevante”. Los mitos y la norma: no estamos rotxs y estamos buscando lo que queremos Como veníamos hablando, la concordancia sexual, o sea, el completo solapamiento entre nuestro deseo subjetivo y nuestra excitación genital, NO le sucede a todo el mundo. Sin embargo, eso no es lo que nos enseñaron. Nos enseñaron que tenemos que querer tener sexo todo el tiempo, y que nuestro cuerpo va a responder a ese querer. Cuando la realidad es que no todxs lxs cuerpxs reaccionan de esa forma línear e integrada. Y eso no es que esos cuerpxs no funcionen “bien” (sea lo que eso sea), sino que la sexualidad es algo complejísimo y con miles de expresiones y vertientes en su haber. Esto nos lleva a repensar nuestras categorías tradicionales de deseo, a repensar lo que queremos, y a mantener una conversación activa con nosotres y les demás. Consentimiento y comunicación, el dúo dinámico Algo importante que hemos aprendido sobre la no-concordancia sexual es el hecho de que una persona puede tener respuestas física a algo que no consintió, u algo que no desea o que no le gusta. Una vagina mojada o un pene duro no significan consentimiento, ni para nosotres mismes. Es muy común que suceda que veamos algo que no necesariamente nos parezca atractivo (u hasta ético), y que nuestro cuerpo reaccione. Así como es común que suceda que estemos con alguien que nos gusta y super calientes y que nuestros genitales no respondan como querríamos. Esto. no. significa. nada. Sólo significa que la sexualidad humana es compleja, y no lineal y simple. Si no sentís que estás listx y tu pareja sexual te dice que ALGO (sea un fetiche, una práctica, lo que sea) te gusta porque tu cuerpo reaccionó de una forma específica: no dudes de tu deseo mental. Nosotres sabemos mejor que nadie lo que nos gusta a nosotres. Resumiendo, no estoy diciendo que el lenguaje corporal no sea algo que se pueda leer, u con lo que se pueda dialogar. Lo que estoy diciendo es que el consentimiento debería ser una práctica activa, y no sólo basada en los genitales de la otra persona. Leí todo hasta acá y creo que me pasa eso, ¿qué hago? Problema: Me excito pero mi cuerpo no parece recibir el mensaje. Soluciones:

  • Lubricante

El lubricante es una gran gran solución a muchísimos problemas. ¿Tengo vagina y quiero tener sexo pero mi vagina no está lubricada?, ¡lubricate vos misme! Usarlo, además, reduce nuestras chances de lastimarnos u tener dolor luego de cualquier tipo de penetración, ya que reduce la fricción. El lubricante es hasta recomendado para personas con pene que les está costando mantener una erección. Ayuda muchas veces haciendo que el tacto no se sienta tan seco o rasposo. Nota al pie: para estos casos recomendamos consultar por un buen lubricante, y evitar usar vaselina, aceite de bebé u derivados.

  • Explorar y prestar atención a lo que me gusta

¿Sabés lo que te suele gustar? Una buena idea es tomarse el tiempo de explorarse, saber qué tipo de estimulación nos llama y cuál no. Si tuviera que explicarle a alguien lo que me gusta, ¿podría? ¿Cuándo suelo excitarme? ¿Con qué? Pensá en todas tus experiencias, ¿quién solía iniciar los momentos sexuales? ¿Qué tipo de ambiente necesitás para excitarte? ¿Necesitás conocer mucho a la otra persona o no? ¿Me excita ver porno?, ¿cuál? Nosotres y la salud mental/emocional Algo que sucede muy comúnmente es que nuestra ansiedad se interpone en el medio de nuestro bienestar y disfrute. Esto es hablado comúnmente, pero, ¿cómo afecta eso nuestra sexualidad? En los último años se ha hablado mucho sobre los pensamientos negativos en relación con nuestros espacios de intimidad. ¿Cómo voy a poder excitarme y querer estar con alguien cuando mi cabeza no deja de pensar en cómo me veo? O en qué va a pensar la otra persona de mí, o sino dejo de pensar en si le va a gustar, si voy a poder acabar, u en cuántas cosas más. Un ejercicio que muchos expertxs proponen es el de intentar desplazar esos pensamientos a través de prestarle especial atención a la sensación. Esto nos permite varias cosas. Uno, confrontarnos con el hecho de que esos pensamientos existen y que no los queremos más porque no es como queremos sentirnos. Dos, intentar desplazarlos de forma activa puede no ser fácil, pero con paciencia puede no sólo mejorar nuestras experiencias íntimas con les demás, sino especialmente con nosotres.

Como veníamos hablando, el deseo es algo complejo. Culturalmente nos enseñaron que primero viene la excitación sexual, y después el deseo de querer tener sexo o masturbarse. Pero la realidad es que para mucha gente es al revés: se encuentran con la excitación, una vez que empezaron a tener una práctica de estimulación sexual. Eso es porque su sistema de respuesta sexual funciona de esa forma, y no es algo raro. En realidad, es bastante común. Mucha gente no quiere tener sexo hasta que conscientemente lo buscan a través de pedirlo, leer algo erótico u sentarse a ver porno. ¿Qué hago entonces? Si sentís que esto aplica a vos, podés fijarte de programarte momentos para buscar eso, así como explorar situaciones donde tu deseo pueda manifestarse. Igualmente, hay que tener en cuenta que buscar activamente estos momentos es con el fin de pasarla bien y sentirse bien, y que si los resultados que buscás no se generan, no te presiones. Si no es esa vía, ¡será otra! No te presiones a buscar cosas que no te satisfagan. Finalmente, ¿por qué es importante todo esto? Porque no hay nada mal con vos. Seguro te pasó esto alguna vez, a todo el mundo le pasó. Y muchísimas veces lo primero que pensamos es que hay algo mal con nosotres. Que dejé las pastillas anticonceptivas, que las empecé a tomar, que me bajó el deseo por X razón, que la testosterona, que esto que lo otro. Sí, todas esas cosas pueden afectarnos. Pero también tenemos que darle tregua y entender que el deseo y la excitación son dos cosas muy complejas, y nosotres también.

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